24 Nov street food armenia

El plato hipnotiza y sorprende por su minucioso trabajo artesanal. Se trata de trescientos (ni más, ni menos) pequeños ravioles abiertos (también llamados “barquitos”), hechos con una masa casera y rellenos de carne. Esta delicia de la cocina armenia, se llama “Mante” y es una de las especialidadesde la cocinera Vicky Karamanukian. “ En la cuarentena lo pidieron mucho, fue un boom. Cada uno de los ravioles los hacemos a mano, imaginate el amor que tiene eso”, dice, la joven de 30 años a la que apodaron “Vika”, por el nombre de su emprendimiento de catering y comidas caseras.
En la casa de Vika el ritual de la comida siempre fue sinónimo de encuentro y disfrute. Ella recuerda su infancia con las mesas abundantes, repleta de sabores, aromas y colores. Con el sello de las recetas de herencia. Desde chiquitita fue muy curiosa, no es casualidad que su lugar preferido sea la cocina. Luego la pasión por la gastronomía se dio de manera natural. “La comida es algo muy importante y fundamental en mi casa y, por lo general, en las familias armenias. En una reunión nos juntamos primero a comer (risas). Es Prácticamente un símbolo de amistad y de familia”, explica, quien a los doce años empezó a elaborar recetas en compañía de su bisabuela y abuela materna. Juntas preparaban masitas, pancitos y budines. A Vicky simpre hubo un plato que le llamó la atención: el mante, que preparaba la bisabuela María.“Me lo enseñó ella. Me sentaba siempre a su lado y practicaba cómo hacerlos “barquitos”, admite.
Cuando terminó el colegio secundario arrancó Derecho, pero la carrera no le simpatizaba. No era lo suyo. “Cuando tenía que estudiar, me desconcentraba en la cocina. Siempre estuve metida ahí y rodeada de comida. En ese momento, no era consciente de que realmente me apasionaba”, cuenta. Una amiga la incentivó para arrancar juntas en el Instituto Argentino de Gastronomía (IAG). En pocos meses, se dio cuenta de que le encantaba. “Me pareció como un juego, súper práctico y divertido. Ahora amo mi trabajo, no me veo haciendo otra cosa”, confiesa.
Luego llegó el momento de poner las manos en la masa y practicar. Una de sus tías le encargó que le organice el catering para un cumpleaños de 60. Vicky no dudó en aprovechar la oportunidad. Su comida resultó deliciosa. Así, surgió hace casi 10 años, el nombre de su emprendimiento “Vika” (inspirado en la conjunción de su nombre y apellido). Su fuerte siempre fueron los eventos, además preparaba (por encargo) algunas comidas para particulares. Con la llegada de la pandemia y la cancelación de los cumpleaños, bodas y celebraciones, tuvo que reinventarse.
En marzo de 2020 su clientela cambió por completo: ahora también ofrece sus deliciosos platos salados y dulces a domicilio (con el instructivo del paso a paso para disfrutarlos en casa). El mante fue la estrella indiscutida de los pedidos de la cuarentena. Los “barquitos” (hechos con masa artesanal) vienen rellenos de carne, cebolla y perejil. Vicky aconseja acompañarlos con “Madzun”, un yogurt natural. “Un plato con tanto trabajo y amor no necesita una salsa de tomate que lo opaque”, opina. El Subereg, un pastel de doce capas de masa casera súper fina laminada con manteca clarificada y relleno de mozzarella fior di latte y port salut, también es delicioso.
En Armenia es un clásico comenzar con el “Mezze”. Se le llama así a la variedad de pequeños platitos para el “picoteo”. En lo de Vika tienen opciones súper tentadoras que incluyen desde Hummus (puré de garbanzos con pasta de sésamo); Babaganoush (puré de berenjenas asadas); Rolls de berenjena armenia, unas láminas de berenjena frita arrollada, rellena con crema de ajo y nuez; “Sarma frío”, niño envuelto de hoja de parra relleno de arroz, cebolla salteada y especias hasta “Ensalada Belén”, con berenjenas, morrones salteados con pasas de uva y frutos secos. Luego, un ideal es continuar con el “Ishli Kofte” o (keppe), una albóndiga de carne con trigo y rellena de carne especiada en cocción lenta o las inigualables “Lehmeyun” de carne (empanadas abiertas).
Para el momento dulce, se destaca el “Baklava”, un dulce hojaldrado de masa filo, relleno con nueces y canela bañado en almíbar perfumado. Las masitas de manteca y azúcar impalpable llamadas “Gurabie” son ideales para acompañar el café.
“Cuando la gente me dice que los sabores les hacen recordar a su abuela o a su tía, para mí es una inyección de alegría increíble. Me encanta transmitir cosas lindas a través de la comida”, remata, Karamanukian. Y enumera las especias que no pueden faltarle en su cocina: canela, clavo de olor, ají molido, pimienta negra, comino, pimienta de Jamaica.
Nota por Agustina Canaparo